29.1.08

Sex, cigarrettes & Rita Hayworth

Entrevista publicada en la revista Cinemanía de enero de 2008. Texto por Mariló García. Fotografía por Paco Peregrín. Estilismo por Kattaca.

PUNTUAL, ES LA PRIMERA EN LLEGAR

Leonor Watling no se ha tomado aún su café ("podríamos ir a la cafetería pero hay mucho ruido", adelanta), aunque no le importa esperar. Son las tres de la tarde. En el estudio madrileño donde Leonor se va a convertir por unas horas en Rita Hayworth (Nueva York, 1918-1987) entran y salen maquilladores, fotógrafos, ayudantes y modelos. Sin embargo, Leonor parece ajena al frenético trasiego. "¿Nerviosa? Para nada", dice, mientras se enciende un cigarrillo y hojea el número de diciembre de Cinemanía, en el que Eduardo Noriega se transformaba en el protagonista de La naranja mecánica. "Da miedo. Se parece un huevo", exclama boquiabierta. Esto de disfrazarse le encanta. "Mi familia tiene una casa muy antigua en Segovia y desde el siglo XVIII nadie ha tirado nunca nada. Todavía hay ropa que mi hermana y yo nos poníamos desde pequeñas". ¿Así que te gusta posar? "A mí lo que me gusta es que me disfracen. Posar como Leonor, no, porque yo, ser, no soy nada en concreto, eso tiene más que ver con el ego", confiesa.


La actriz repite con Álex de la Iglesia, tras la película para televisión La habitación del niño (2006), en Los crímenes de Oxford, donde comparte suspense con John Hurt y Elijah Wood. Y además, lanza The electrical morning, su tercer disco con Marlango, cuyo segundo videoclip (Walkin' in Soho) iba a rodar al día siguiente en Barcelona. En resumen: entrevistas y más entrevistas. "Me he acostumbrado. Aunque hablar de mí me aburre, es aturullante. Cuando vuelvo a casa apago el teléfono, no puedo oírme, escuchar mi voz...". ¿Y siempre es así? No. Si la entrevista es buena... (resopla, emitiendo un bufido), la conversación te ayuda muchísimo. Es una buena terapia. No me había dado cuenta... Cuando es mala vas a piñón". Cruzamos los dedos.

Hablemos de Rita Hayworth en Gilda (Charles Vidor, 1946), cuya bofetada de Glenn Ford y su sensual striptease de guante mientras canta Put the Blame on Mame han pasado a la historia del cine. "Junto a Las modelos (Charles Vidor, 1944) me fascina lo que provoca, su sensualidad en Gilda. El hecho de que quitarse un guante fuera porno", dice la actriz. "Además, le atiza en la cara por quitarse un guante. Era suficiente esto (hace como que se lo quita) para entender que eso era sexo puro... Como Nine Songs ahora". Y ríe a carcajada limpia, para al segundo ponerse seria al pensar en Rita. "No nos gusta idolatrar la desgracia, pero hay algo en la gente que no está del todo ordenada, que no encaja, que tiene mucho imán".

EL EFECTO GUARANÁ

Su personaje en Los crímenes de Oxford es de los que buscan su sitio en el mundo. Lorna es para Leonor "la vida real que se cruza en el camino de dos hombres que viven poseídos por la intelectualidad. Por alguna razón , los conecta con un asunto de pasiones mucho más terrenales". Pareja de Martin (Elijah Wood), Lorna lo fue tiempo atrás de su idolatrado profesor, Arthur (John Hurt), con el que coincide en una sola escena. Esto dio lugar a una pequeña broma entre los actores. "John estaba celoso", explica Elijah Wood. "Estaba enamorado de Leonor. Hasta me pidió hacer algún flashback", ríe Álex de la Iglesia. Para el propio implicado fue injusto. "Era su amante pero no tuve ninguna escena de cama con ella. Lo hablé con Elijah. Le dije que era un cabronazo", remata con flema británica Hurt. Para Leonor, compartir con él aunque fuera sólo esa escena fue "un gran regalo", ya que luego coincidieron de nuevo en el rodaje de Lezione 21, debut del escritor Alessandro Baricco. "Hubiera estado más nerviosa. Me imponía como actor. Daba un miedo de la hostia... (risas). O sea: ¡Hola, Yo, Claudio". Y recuerda como anécdota: "Lo alucinante de trabajar con él es su experiencia, como cuando va y me dice: 'Cuando trabajé con Orson Welles...' (Leonor suelta una risa nerviosa y pone los ojos en blanco)" John Hurt le explicó que Welles nunca dejó de tener miedo a actuar porque a más años más opciones donde elegir y más posibilidades de equivocarse. "Y entonces le dije a John: 'Muchas graacias John por darme esta esperanza' Y me contestó: 'Eso fue exactamente lo que le dije a Orson'. Qué jodido... [risas]".

Si para John Hurt sentirse satisfecho con algo es "un insulto", la actriz reconoce que para ella también es difícil. "Me importa más lo que piense el director. Y Álex me dijo que estaba contento". Y las críticas de los demás, ¿cómo se llevan? "Las tengo en cuenta. Aunque si creo que tengo que hacer algo lo hago. Luego igual digo 'Menuda cagada'. Pues sí". Leonor pone como ejemplo el último videoclip de Marlango (Hold me tight), en el que, al estilo guaraná, se sube la camiseta por encima de la cabeza y se qeuda en sujetador. "Fue idea mía. Esa cosa que tienen los hombres de ¡guarrr!, ese punto mío de camionero, de reírme mucho de mi cuerpo. Hay que tener sentido del humor. Conmigo soy más hijaputa. Pero hay que hacer cosas. Cuando me preguntaban si había alguna razón para desnudarse en Son de mar (Bigas Luna, 2002), decía que no. Pues entonces, aquí tampoco [risas]".

¿Y eso de querer ser un tío? "En los festivales de cine saldría todas las noches. Un tío si llega con ojeras y sin afeitar está bien [risas]. Pero si eres chica te tienes que ir a dormir y perderte las fiestas buenísimas". Y añade: "Las carreras de los actores son más largas y bonitas. Las actrices con 55... ya te queda poco, hacer papelones de abuela...". Dice no entrar en webs sobre ella por pudor ("luego me siento rara") y odia que traten de etiquetarla. "Me da mucha angustia que la gente sepa de mí. Siempre he sido super rarita. Como decía Fernando Fernán Gómez: '¿Qué quiere ser usted? Quiero ser un bulto sospechoso entre película y película' [risas]". Un poco obsesiva ("aunque con el freno de mano siempre a punto"), Leonor conoce sus límites. "He visto películas que han sido taquillazos y a mí me han parecido repugnantes. Y he dicho que no porque moralmente he dicho: 'No puedo'. Admiro a los actores porno pero nunca haría ese tipo de cine. También rechazaría un papel en el que me tuvieran que maquillar más de dos horas. ¿El planeta de los simios? Ni de coña".

'SPAGHETTI' EN LA CAMA

Para ser Rita Hayworth, Leonor ha aguantado lo suyo (y lo sentimos). Tapar las cejas, perfilar las nuevas, una peluca que no se ajusta... Pero el resultado a la vista está. Para estar guapa hay que sufrir. Sensual y erótica, en el cine, como en las fotos, llena la pantalla. Como dice Álex de la Iglesia: "Tienes que mirarla, aunque haya otro actor. Tiene fuerza". Para Leonor: "En esta película me puse como rotunda, como más carnosa (saca pecho al decirlo), porque es así de natural... Es el año 92 y, claro, parece que no pero era ropa casi de los 80, de minifaldas apretaditas. En el mundo de la razón, cuando aparece Lorna ella es de tierra, de piel, visceral...".

Una muestra de esa rotundidad es una escena de cama donde la actriz, desnuda, y Elijah Wood juegan/se aman con unos spaghetti. Aunque el actor no lo entendió ("comer es muy sensual, aunque no diría que es común en mi país"), para Leonor resultó muy divertido. "Nos reímos mucho. Después de trabajar con Bigas aprendí cómo se deben hacer las escenas de desnudos", explica la actriz. "Aprendí con el mejor. Álex se reía mucho conmigo porque, como también me dice Pedro (Almodóvar, con el que trabajó en Hable con ella, 2002, y La mala educación, 2004): 'Sé una chica, asúmelo'. Y es que tengo un punto... Debe de ser por haber tenido muchos amigos: a veces soy mucho más bruta que el más bruto que haya en un rodaje". Así que Leonor, siempre p'alante... "En realidad, los spaghetti le caían a ella en la ingle y él se los comía de la ingle. 'Oye Álex', le dije, 'todo bien (ejem) pero yo lo de la ingle... buf, como que me cuesta'. Para rematar, no sabes el frío que hacía en esa habitación, pero espectacular", explica. "Pero me encanta porque no es intensísima, ni oscura. Es de... qué rico es follar. Y la estás viendo y está eso, cómo se quieren, qué bien se entienden. Y también es muy torpe, de caerse por el suelo, nos hicimos mogollón de moratones". A Álex de la Iglesia le importaban dos cosas: la naturalidad y que la escena no resultara sucia. "Si ensucian la cama tú desconectas. Ya no piensas en lo mucho que se quieren, sino en que se ha manchado la cama. Es así de primario". ¿Y Elijah, cómo se lo tomó? "No lo sabía, pero era su primera escena de cama", explica Leonor. "Me dijo cuando acabamos: ' Bueno, qué bien, ya está'. Y yo: 'Ya está, ¿el qué? [risas]. Y estuvimos tres días ahí...".

¿Eso quiere decir que si Elijah te hubiera dicho: "Soy virgen", habría resultado de otra forma? "No [se ríe]. En el fondo estas conversaciones son las que tenemos las actrices con los novios. Como 'a ver, te lo voy a explicar otra vez. Cuando se hace una escena de cama no hay nada sexual' [más risas]. Y sí me sigue pasando con mis parejas". ¡No es posible! "No, ya no, pero es lo menos fácil de entender. En el fondo es piel-piel, boca-boca... Pero una vez que has hecho una entiendes que es muy normal y son lo menos sexual del mundo. Estás en medio de un gemido y se oye '¡Corten!' Y tú: '¡Vale, bien!'. No te da para ponerte". Según confiesa Elijah Wood a él no le hubiera importado salir también desnudo, aunque matiza irónico: "Nadie tiene por qué ver mi culo, la verdad... Pero el culo de Leonor es otra cosa". Para el director se hubiera convertido en un problema: "Imagínate que cuando se abre el plano vemos el miembro de Elijah Wood". "No se hubiera hablado de otra cosa", le interrumpe Leonor. "Y además de no hablarse de otra cosa durante la película", continúa el director, "no era la intención. Si no, lo hubiera hecho". Álex termina la conversación pidiendo permiso para contar a Leonor lo siguiente. "Ella no quería enseñar las tetas, yo tampoco que se vieran. Pero ella pensaba que yo mentía". "Me tenía que quitar el sujetador e iba a parecer una escena de Aterriza como puedas, con esos planos de los 80", dice Leonor. Álex: "Así que le dije que se lo quitara, que no lo iba a sacar y que confiara en mí. Confío tanto que cuando rodamos se había dibujado en cada pezón una carita. Le dije: 'Vale' [se ríen]. 'Gracias por esta confianza sin límites".