Leonor Watling: "Me podía haber evitado alguna película, como 'Tirant lo Blanc'"

Sus ojeras dibujan el misterio de una mirada mapache y parecen hablar de mañanas eléctricas tras noches en blanco. Leonor Watling, el mito erótico inteligente del cine español, aborda en "Los Crímenes de Oxford" su papel más carnal: Lorna, sirena con pasado, seducida por el erótico fulgor de algunos cráneos privilegiados de la elite académica, suma a la última película de Álex de la Iglesia pasión, misterio y escenas cargadas de verdad... y espaguetis.
Leonor Watling espera a FOTOGRAMAS en una suite del Hotel Orfila, en Madrid, en cuyo techo aún parecen bailar las volutas del humo que dejó a su paso Viggo Mortensen, cuando estuvo ahí para promocionar Alatriste (Agustín Díaz Yanes, 2006). Llega John Hurt y empieza a revolver el bolso de la actriz: ella se acerca, saca su paquete de cigarrillos y le ofrece uno. El star system global sigue ahumando las paredes del lugar a través de sus modestas contribuciones. Leonor se sienta, se relaja y se coloca frente a la grabadora como una ecuación que nunca será del todo resuelta.
Los Crímenes de Oxford propone una intriga cerebral y plantea a sus protagonistas un dilema vital entre la reflexión y la vida. Su personaje, Lorna, encarna precisamente la vida.
Es la carne de la película. No había leído la novela, pero Álex (de la Iglesia) me envió el guión y me dijo que había una escena en la que me iban a tirar espaguetis por encima y quería que la hiciera yo. Cuando me comunicó que iban a estar Elijah Wood y John Hurt, le dije que con lo de los espaguetis ya la había dado el sí, pero que con estos nuevos datos ya no me cabía ninguna duda.
Lorna es un personaje cargado de misterio. ¿Sabe de ella mucho más de lo que sabemos nosotros?
Charlamos bastante sobre Lorna antes de rodar, pero en la película no se habla mucho de ella. Construimos todo su pasado, aunque eso no se ve luego. A ella, lo que no le hace bien, lo aparta de su vida. Le atrae el tipo de hombre intelectual, pero para bajarlo de su pedestal y ponerlo a su nivel. Pensamos ponerle unas cicatrices en el brazo, indicando que había intentado cortarse las venas. También nos planteamos teñirle el pelo de rojo, como si hubiese sido la más moderna de los años 80 y hubiese decidido quedarse un poco allí. Me quedé con ese poso del personaje: es alguien que se lo ha metido todo, que se ha hecho todo el daño que se podía hacer y se ha curado. Está en ese punto que tiene la gente que ha tocado fondo, que ha pasado por el dolor: huye de lo que le hace daño.
Sexo... sin morbo | |||||||||
Sus escenas eróticas con Elijah Wood serán muy comentadas... Para Álex era muy importante que los momentos de sexo fueran de buen rollo. Era necesario que te imaginaras a los dos personajes tomando un zumo de naranja por la mañana. ¿Ha sido la película con mayor carga erótica de su carrera? He hecho bastantes películas con alta carga erótica. Entre ellas, Son de mar (Bigas Luna, 2001) y Malas temporadas (Manuel Martín Cuenca, 2005), que tenían secuencias mucho más fuertes. Pero las de Los Crímenes de Oxford son las primeras que he hecho de sexo normal: son bonitas, cotidianas, de verdad. Elijah y yo hicimos lo que nos pedía Álex. ¿Y cómo ha llevado el trabajo con Elijah Wood y John Hurt? No conozco a nadie normal, pero, aun así, puedo decir que tanto John Hurt como Elijah Wood son muy normales: muy actores, muy currantes... Antes de conocerlos, uno tiene una fantasía de cómo van a ser y, normalmente, proyecta lo peor de sí mismo sobre esa imagen. Pensaba que probablemente Elijah, una megaestrella tan joven, sería un hijo de puta. Pero no fue así: es un actor muy europeo y tiene muy bien colocado el ego. Cuando nos conocimos y nos dimos la mano, nos convertimos directamente en compañeros. Me impresionaba más la perspectiva de tener que trabajar con John Hurt: estaba preocupada en tener un especial cuidado con mi acento, etcétera... Pero también fue maravilloso. Hurt hace de profesor y yo de alumna: nuestros personajes introducen el tema de la película. En Los Crímenes de Oxford solo tengo una escena con él y sentía bastante presión antes de rodarla, pero fue muy bien. Además, sabíamos que nos íbamos a ver en un mes en otro proyecto: después de este film rodamos Lezione 21, de Alessandro Baricco. ¿Por qué le preocupaba tanto el acento, si el inglés es su lengua materna y su principal herramienta como cantante de Marlango? En la música el acento no importa, pero en el cine sí, mucho, y más a los ingleses. Los currículums de los actores ingleses tienen un apartado exclusivo de acentos, donde se consignan las variantes que son capaces de reproducir: norte de Londres, sur de Londres, Manchester, Edimburgo, clase alta, clase media, clase baja, clase baja que estudia en colegio bueno, etcétera... En cuanto abres la boca, saben dónde has estudiado, dónde has nacido... Yo tengo un acento hiperindeterminado, estoy en medio del Atlántico: a los norteamericanos les sueno inglesa, y a los ingleses les sueno norteamericana. A los norteamericanos no les importa que suene inglesa, pero a los ingleses les disgusta muchísimo cualquier cosa que no sea británica.
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